domingo, 17 de octubre de 2010

Parque Nacional Los Alerces.-

protege 263.000 hectáreas en la región cordillerana de Chubut sobre el límite internacional con la República de Chile. El objetivo fundamental de su origen fue cuidar los bosques de alerce o lahuán, uno de los árboles más longevos del planeta que caracteriza la flora andino-patagónica, además de resguardar varias especies amenazadas como el huemul.

Pero esta área protegida, creada en 1937, fue fuertemente modificada por la construcción de la represa Futaleufú entre los años 1971 y 1976. Ubicada dentro del Parque Nacional, esta obra de ingeniería hidroeléctrica que provee de energía a la empresa de aluminio ALUAR, terminó con 8.200 hectáreas de ambientes naturales. También provocó el total anegamiento de los lagos Situación, Uno, Dos y Tres, convirtiéndolos en un gigante espejo de agua, tristemente bautizado con el nombre araucano de Amutui Quimei, que significa "belleza perdida". Junto con los lagos, desaparecieron los rápidos que los conectaban, los bosques costeros y las playas naturales.

Hoy los numerosos ríos, arroyos y lagunas conforman un complejo sistema lacustre entre los que se distinguen los lagos Menéndez, Rivadavia, Futalaufquen y Krüger, además del río Frey, que desagua en la represa.
En la unión del lago Futalaufquen con el pequeño espejo del lago Verde, se encuentra el río Arrayanes, con transparentes aguas verde azuladas que corren en un curso de 3 kilómetros de largo y 50 metros de ancho. En las orillas crecen árboles y arbustos frondosos, entre los que se distingue el arrayán, con delicadas flores blancas y retorcidos troncos color canela.
El lago Verde posee simetría en su forma, es tan largo como ancho y tiene 2 kilómetros cuadrados de superficie. Un profuso bosque de coihues se levanta en la ladera norte, a 500 metros de altura. En cambio, el sector occidental, menos elevado, permite el acceso al lago Menéndez. Este rincón del Parque Nacional ofrece vistas del cerro Torresillas y la cascada El Cisne, regalando uno de los mejores paisajes de este entorno.

Cerca de 4.000 milímetros de lluvia anual convierten a esta región en una de los bosques andino-patagónicos más ricos en vegetación: la selva valdiviana. En este ambiente, se distingue el alerce o lahuán, una gigantesca conífera que a inicios del siglo XX estuvo a punto de desaparecer por la explotación descontrolada. La Patagonia argentina tiene el privilegio de poseer una de las formaciones boscosas más antiguas y densas de esta especie ancestral, todavía considerada sagrada por las poblaciones indígenas. A los costados del lago Menéndez, los majestuosos ejemplares poseen una edad estimada de 4.000 años y alcanzan 70 metros de altura y 3 de diámetro.

Hacia el este, la transición con la estepa marca bosques menos frondosos donde crecen el maitén y el ciprés cordillerano. También los radales, arrayanes, ñires, lengas y maquis cubren las montañas y conforman un paisaje de increíble belleza matizado por ríos y lagos.
La flora exótica, traída por los pobladores europeos, representa en este Parque Nacional un grave problema para conservar la vegetación nativa. La rosa mosqueta, el lupino y la margarita, entre otras plantas, comenzaron a dispersarse sin ayuda por los bordes y claros del bosque, desplazando a los originarios.

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