Punta de Rieles, nace y crece en el centro de la colonia galesa fundada oficialmente el 15 de setiembre de 1865, pero no será un pueblo galés, aunque su influencia se hará presente desde la periferia de su traza urbana.
Las raíces del espíritu y tradiciones galesas estarán presentes en forma preponderante, casi absoluta en las primeras décadas en Gaiman y Rawson, que tardan en recibir afluentes de otras colectividades.
En Punta de Rieles van a ser protagonistas de su forja gentes venidos de lejanos países, que cultivan religiones y lenguas extrañas para los colonos fundadores y gestores directos o indirectos de la construcción del Ferrocarril Central Patagónico que transformará lentamente el desarrollo económico comarcal e imprimirá otro rumbo a las costumbres y cuyas pautas marcarán el rumbo a su destino.
Las falanges de inmigrantes que vienen a la fragua del futuro pueblo, proceden preferentemente de Italia y España y a la siga llegarán los sirio-libaneses y portugueses.
Llegan a la tierra prometida para el gran aventurero: el valle inferior del río Chubut. Los colonos observan con asombro de qué manera los forasteros sientan sus reales en la comarca que hasta ayer nomás era tierra destinada exclusivamente a los galeses.
Llegan los inmigrantes de distintos rumbos, por distintas causas que los impele, dramáticamente a extrañarse de sus lares nativos y acaso, sin saberlo, vienen a poblar un territorio desierto y a incorporarse a una comunidad que se incorporará a la patria libre, a la nueva patria de adopción y que, definitivamente será luego su propia patria, la de sus hijos e hijos de sus hijos.
De esta manera, en el centro de la colonia galesa surgirá el pueblo -.pronto transformado en ciudad que no será galés sino cosmopolita y donde cada colectividad fomentará relaciones fraternales en una sociedad laboriosa de paz y de respeto...
Los italianos que transportarán el balasto para el terraplén del ferrocarril, que colocarán las traviesas y las vías y conducirán luego las locomotoras, son los mismos italianos albañiles que han construido las grandes catedrales en Kuropa y América, que han construido los canales de Suez y de Panamá, y que al decir de Alvaro Yunque "cantan haciendo la casa de los otros".
Durante siglos, desde la península itálica han emigrado albañiles italianos hacia todos los cielos. Entre sus escasos bártulos llevan algunas prendas de vestir de excelente duración que, a veces con remiendos de distinto color, duran y duran...indefinidamente. Parece que llevaran consigo nivel y plomada. Vienen a echar raíces.
En cuanto observan el horizonte sin límite y comprenden que la tierra está ahí, al alcance de la mano, sin dueño, comienzan a soñar, a hacer castillos en el aire. Piensan que el trabajo todo lo puede. Y ellos son guapos, no saben de horario y fiestas de guardar. Trabajan rudo. Son de austeridad extrema para sus gastos domésticos. Comienzan a ahorrar. Hay que comprar tierra: primero un solar, luego una chacra, más tarde un campo. El sueño de la casa propia les obsede.
La nostalgia de los seres queridos que quedaron al otro lado "del charco" estimula el coraje, la capacidad de trabajo.
En cuanto adquieren un solar comienzan a levantar los muros de la casa propia. Parece obra de milagro que entre gallos y medianoche que donde ayer sólo había un solar vacío, ahora haya una casa. Sólo necesitan un "techo", lo demás vendrá después. Ya están afincados. Ahora a trabajar sin pausas, hay que ahorrar para amoblar la casa y para hacer las gestiones para traer a la esposa o a la novia.
Mientras tanto trabajan y cantan. Despiertan al amanecer con tonadas y canzonetas, a veces con arias de óperas populares. Camino de la obra van cantando. En el andamio cantan y cantan desparramando la argamasa sobre los muros...cantan siempre, "cantan haciendo las casas de los otros".
No todos son albañiles. han venido herreros, carpinteros, mecánicos, zapateros, oficiales de las más dispares artesanías elementales para el villorrio que va convirtiéndose en una avanzada cosmopolita en el erial que los colonos han convertido en campos labrantíos. También vendrán aquellos a instalar su fonda, donde los "paisanos" buscarán alojamiento o querrán gustar una menestra, "pasta sciuta u baña cauda".
Entre los italianos que han venido a sentar sus reales en Punta de Rieles ya transformada en Trelew: Pueblo de Luis, hay algunos músicos con los cuales se formarán las primeras orquestas: acordeón, mandolín, guitarra y armónica serán los instrumentos fundamentales.
Incorporados definitivamente al medio, han adoptado el idioma nacional que al principio lo hablan mezclando vocablos de su dialecto peninsular. De carácter apacible, no serán protagonistas de hechos violentos. Tienen un profundo sentido de hospitalidad y solidaridad para sus paisanos.
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